Me eché la vida a la espalda y decidí que en este camino; arriesgarse además de guapas es de valientes; por lo que salí de mi zona de confort y comencé a vivir mi sueño: ser farmacéutica de botica, tratar a pacientes, acompañarlos y aconsejarles en sus necesidades, patologías y cuidados. Sin darme apenas cuenta no solo fui construyendo un hogar, sino que encontré un rincón donde perderme, enamorarme de mi trabajo y ser feliz. Un rincón lleno en el cual no estoy sola, en el me acompaña un equipo especializado en distintas áreas donde la nutrición, la dermocosmética, el diagnostico capilar y el cuidado y atención al cliente lo llenan de magia y de salud.